lunes, 20 de enero de 2014

Capítulo 19

   Claro que recuerdo su nombre, Ana, un nombre muy sencillo como para poder olvidadlo. Creo que fue la primera chica que me hizo daño ¿O fué la segunda? No sé, no llevo un ranking oficial. Ana fue la primera chica que mis amigos calificaron como mi novia. Sí, mi primera novia oficial. Una novia de fin de semana, porque los dos trabajábamos y en aquella época, sin móviles ni Internet, era más difícil estar localizable; bendito problema.

   Empezamos a salir oficialmente el día que me dijo aquello de “creo que me gustas”. Yo no dije nada, es posible que pensase “pues tú a mi también”, pero no llegué a decírlo. Yo… era muy raro. Simplemente la invité a dar un paseo y charlamos, de cosas sin importancia, hasta llegar a un lugar tranquilo donde nos abrazamos y nos apretujamos un rato mientras su lengua y la mía intercambiaron algo más que palabras. En ese momento se supone que ya es tu novia. ¿No? Yo pensé que era así, estaba muy desentrenado.

   Estuvimos juntos unos cuatro días, creo, ya no recuerdo muy bien. Eso quiere decir, como solo nos podíamos ver los domingos, que tuve novia durante todo un mes. Me gustaba. Estaba bien eso de tener novia, algo que hacer los domingos. Con sus amigos no me costó nada adaptarme, creo que eran más amigos míos que suyos. Aquellos días me lo pasé bien, fueron diferentes.

   Ella no trabajaba aquel sábado y habíamos quedado en el lugar de siempre, después de toda una semana de trabajo tenía ganas de verla y la recibí con una sonrisa. Se acercó despacio, mirando al suelo, como pensando. Sí te digo la verdad, me di cuenta de que algo pasaba nada más verla.

   - Hola.- Estaba muy seria.
   - Hola, ¿Qué tal? – Respondí. En ese momento supe que allí pasaba algo.
   - Oye… mira… Que eres un buen tio y… que no es por ti, es por mí… y... es mejor que cortemos.
   - Bueno…- Dije con resignación mientras la sonrisa se borraba de mi cara, y añadí - ¿Damos un paseo?

   Sí, también a mí me pareció una pregunta estúpida nada más salir de mis labios, pero yo soy así, de preguntas estúpidas cuando me pongo nervioso. Para mi sorpresa ella dijo que sí, así que empezamos a andar despacio, sin hablar y sin dirección fija. Ella no decía nada, y yo, tampoco sabía que decir, así que después de tres minutos caminando en silencio decidí romper el hielo y me ofrecí a acompañarla hasta la zona de copas, a lo que también accedió. Cuando ya estábamos llegando, después de unos largos, larguísimos minutos en silencio, ví como una de sus amigas venía hacia nosotros y aproveché el encuentro para despedirme; una palmadita en la espalda, un “hasta luego”, una sonrisa para su amiga que también era amiga mía, y aceleré el paso. No miré atrás.

   ¿No es por ti, es por mi? Nunca entendí esa frase.

   He de reconocer que algo ya me olía. Sabía que ella salía entre semana en el pueblo donde trabajaba y sospechaba que yo no tenía la exclusividad, pero no me había parado a pensar en eso. Yo, que soy de enamoramiento fácil, estaba totalmente pillado, y lo único que no paraba de preguntarme era ¿Por qué? ¿Qué es lo que había hecho mal?

   Solito, llegué a la conclusión de que el problema no había sido lo que había hecho sino lo que no había hecho. La verdad es que en cuatro días no habíamos hecho nada, pero es que tampoco se presentó la ocasión. Esas cosas surgen, no se planean. No es cuestión de abalanzarse encima de la chica así a las primeras de cambio. ¿O sí? Como os decía, estaba muy desentrenado.
   Eso es lo que pensé en aquél momento. No se me daba muy bien tratar con chicas, ni antes ni ahora. Supongo, porque hace tiempo que dejé de hacer esas cosas, me estoy quitando. Hoy, desde la distancia, y en base a lo que he aprendido a lo largo de los años, no tengo que pensar mucho para darme cuenta de los porqués de aquella espantada. No sé ni como pudo aguantar cuatro semanas conmigo.

   Quería olvidar todo lo más rápido posible, así que bajé por la zona de bares dispuesto a juntarme con cualquiera que me acompañase en la tarea de apagar mis penas como mejor sabía apagarlas, con alcohol.
A las puertas de uno de los locales que solíamos frecuentar, me encontré con uno de aquellos amigos que Ana y yo teníamos en común. Se acercó, me abrazó y dijo:

   - Perdona que te lo diga así amigo… pero tu novia es una puta.
   - Ya no tengo novia - Dije con una sonrisa, y me apresuré a entrar en el local.

   Tenía miedo a que las lágrimas delatasen mi estado y mi orgullo pudo a mi curiosidad, así que me quedé sin saber lo que quería decirme, de todas maneras ya no tenía la más mínima importancia. Ya dentro me zambullí entre mis amigos anónimos. Les llamo así porque no sé sus nombres, solo conozco sus caras. Son amigos de la noche que no estoy muy seguro de que existan durante el día; al menos yo nunca les he visto. Con ellos puedes hablar de cualquier cosa por más absurda que parezca, cuanto más absurda mejor. Siempre están sonrientes. Siempre están más borrachos que tú. Siempre te entienden, digas lo que digas.

   Cuando salí de aquel puf con dirección a la discoteca yo también iba bastante contento. La misión aquella noche era pasárselo bien, y cuando yo me planteo pasarlo bien… me lo paso bien. Después de cuatro semanas medio enclaustrado era lo mínimo que podía permitirme. Y así fue, me lo pasé genial. Recuerdo estar bailando, revoloteando y desvariando por la discoteca sin rumbo fijo hasta que casi era la hora del cierre. Entonces, con la discoteca casi vacía, mis ojos se detuvieron en un grupo de chicas que había sentadas en un rincón. Que extraño, no las había visto en toda la noche… Una de ellas era Lola, así que decidí acercarme.

4 comentarios:

  1. Esto sigue cada dia más interesante..... Y estas cumpliendo!! Espero que no nos dejes a medias como la última vez. Un bico.

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    1. No sabes como lamento haberte dejado a medias la última vez, es la primera vez que me pasa. :P

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  2. La última hora siempre es la más interesante, nunca pasa nada antes, tienes que aguantar hasta última hora aunque te estés durmiendo de pie, aunque los segundos parezcan horas y las horas meses, puedes estar aburriéndote mortalmente...aguanta! He comprobado que la mejor técnica es dormir una buena siesta y luego prepararse y no salir antes de las 2 o las 3 de la mañana...lo que pasa que a mis amigas no creo que les parezca muy bien...supongo que prefieren estar en la cama con sus novios a esas horas...

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    1. Si es que las amigas con novio son un rollo, nunca se paran a pensar en las necesidades que uno tiene. A mi me pasaba lo mismo con las novias de mis amigos.

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