lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo 15

   En un lugar, de cuyo nombre no quiero acordarme; ni me voy a molestar en buscarlo, es un dato que no tiene la más mínima importancia - No se molestó Cervantes ¿Voy a hacerlo yo? Pues eso - había una de esas verbenas que se organizan en los pueblos, con orquesta, más o menos buena, a las que tienes que ir, sin dudarlo, porque tu amigo dice que: “va a estar toda la peña”.
   Y tenía que ser precisamente aquel domingo. No me apetecía nada lo de ir de fiesta. Nada de nada. Estaba cansado, aburrido, sin ganas… y encima al día siguiente tenía que trabajar. Pero, según Fran, se suponía que allí iban a estar todos y todas; y teníamos que ir, y teníamos que ir… así que allí nos presentamos.

   No había ni dios.

   El borracho de turno, bailando delante de la orquesta y haciendo las veces de director; los vecinos del pueblo en cuestión, que se apiñaban todos alrededor de la barra que la comisión de fiestas había montado para la ocasión; y algunos chiquillos, supongo que no habría cole al día siguiente, correteaban de un lado para otro. De toda “la peña” que se supone iba a estar no había ni rastro. Solo se veía un grupo de jóvenes, sentados justo delante del pequeño bar del pueblo, lleno a rebosar, a solo trescientos metros del baile, pero ninguno conocido.

   - ¿Qué hacemos nosotros aquí, Fran? – No era una pregunta.
   - Ahora viene Marta y las otras – Respondió mientras buscaba a su alrededor.
   - ¿Marta? – Pregunté disgustado – Y las otras… Ya…

   No había caído yo en que Marta vivía por allí cerca, a menos de un kilómetro, y “las otras”… sospechaba quienes serían: Inés, que era vecina suya, y alguna otra chica del lugar. Efectivamente, al momento aparecieron de la nada, Marta, Inés, y dos o tres chicas más que no conocía, también jovencitas. Las presentaciones de rigor, esta es tal, esa es cual, a Inés ya la conoces; dos besos, y en menos de quince minutos me encontré solo con Inés en la jodida fiesta. Fran me dice que se va con Marta y que ya se buscará la vida para volver a casa; que no me preocupe, que me podía ir cuando quisiera, que sabía que estaba cansado – Hijo puta… – las otras dos, simplemente desaparecieron. Yo a eso le llamo encerrona, no sé como le llamas tú.

   ¿No te he hablado de Inés, verdad? No. No lo he hecho por que con ella me había tropezado como un mes o dos antes de conocer a Sonia. La llamaban “la pistolera”, no me preguntes porqué. Diecisiete años, delgadita, no muy guapa – esa es mi opinión, ya sabes que para gustos se pintan colores - metro setenta, o un poco menos, morena, y con una boca enorme; como Julia Roberts, salvando las distancias.

   Dios... ¿Acabo de comparar a la Inés con Julia Roberts? Estoy muy mal, tendré que hacermelo mirar...
 
   La verdad es que Inés no me gustaba. Nada. Pero nada de nada. Tenía tantas ganas de verla como de estar de fiesta aquella noche. No me gustaba por su manera de ser; lo de guapa o no... tampoco era tan fea; al menos no más que yo. Pero me resultaba un poco... tonta. Sï, tonta es la palabra que mejor la definía.

   Se me había arrimado un día en la discoteca mientras bailaba, y no sé como hice – el ambiente, las luces, el alcohol… - terminé llevándola a casa. Supongo que habrás oído la frase, “ave que vuela, a la cazuela”; cuando tienes veinte años le disparas a todo lo que se pone a tiro. Pues… digamos que no la llevé a casa directamente; hicimos una paradita por el camino, que ella sugirió, y nos dimos el lote. Nada serio, ella se sentó sobre mí en el asiento delantero de mi coche, nos besamos, se dejó quitar la camiseta; tenía buenas tetas, pequeñas pero bonitas, y poco más. No hubo más porque yo no quise, porque lo que es ella... estaba totalmente entregada.

   Creo que ya te he contado alguna vez que yo era muy tímido. Lo era, y mucho. Tanto que me sorprende como podía llegar a encontrarme en aquellas situaciones. Supongo que el exceso de alcohol tendría algo que ver, eso siempre ayuda mucho, y que una vez entrabas en faena, con tanta testosterona pululando por allí, era relativamente fácil dejarse llevar ¿Porqué no remataba la faena? Solo te diré una palabra: miedo.

   Desde aquél día no me la quitaba de encima; es una manera de hablar, tú ya me entiendes… Yo creía que ya había quedado claro que no quería nada con ella, pero se ve que no me explico nada bien. A veces me sentía acosado.

   Uno de mis problemas, heredado de mi madre, es que a veces soy demasiado bueno, unos te dirán cobarde otros me llamarán tonto, yo personalmente prefiero pensar eso, que soy demasiado bueno (Opinión personal que no podremos contrastar) Suelo implicarme demasiado en los problemas de los demás. Me cuesta desentenderme de lo que no me incumbe y siempre quiero ayudar, facilitarle las cosas a la gente, aunque eso provoque en muchas ocasiones que sea yo el que sufra las consecuencias, el que pierde. Por eso siempre termino diciendo que si; Por eso siempre me meto en líos; por eso… no era capaz de mandarla a la mierda.

   La chica no pillaba las indirectas, no se daba por vencida, y yo, después me arrepentía, pero cuando las hormonas se adueñaban de mi cerebro... Culpemos a las hormonas. Así que allí me quedé un buen rato mirando a la orquesta y manteniendo una conversación, si se puede llamar así, sobre temas que me interesaban más bien poco, hasta que… - Vale… Lo reconozco, además de imbécil soy un hipócrita - Me ofrecí a acompañarla a casa.

   Y por hoy lo dejamos aquí, que tengo una amiga que le encantan estos finales.

   Nos vemos el lunes. Si quieres...

9 comentarios:

  1. Siempre ha habido y siempre habrá gente que no entiende las indirectas... ni las directas... ni tan siquiera cuando le das un ladrillazo en la cabeza... resignación, amigo, resignación
    Aaaaaaaaaaaaah y aprovecho para desearte ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!! :)

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    1. Hay de todo en la cazuela del señor. Ultimamente una amiga que tenemos en común me ha soltado más de una, yo también me hice el tonto. Feliz navidad, guauperrima.

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  2. Qué recuerdos las fiestas de los pueblos...siempre pasaban muchas cosas superinteresantes, y cada 30min mi amiga y yo estábamos cuchicheando "ay fulanito me ha mirado con una cara cuando menganito me regaló el peluche que consiguió tirando los muñecos..."
    A ver al final todos pecamos de lo mismo, pero de forma distinta, vosotros no pillais nuestras indirectas cuando queremos algo con vosotros y nosotras no pillamos cuando no quereis nada de nosotras. Al final va a resultar que somos unas acosadoras sexuales, y que sois unas víctimas...Enol...cuando no quieres algo de una chica no la acompañas a casa la llevas aún más lejos de su casa y la dejas allí tirada! Si es que...conozco a más de uno que te podría dar unas clases...Es que aquí son brutos como arados de vertedera oye!

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    1. Tanto sufre el acoso un hombre como una mujer; no quería entrar en eso. Yo no necesitaba lecciones, no la quería a mi lado, pero me iba con ella. Decía y pensaba una cosa pero hacía otra. Cuando me iba con ella no lo hacía pensando en dejarla tirada en algún lugar, sino en tirármela en algún lugar. ;)

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  3. Yo creo que el o la que no pilla una indirecta es porque no le interesa hacerlo y se hace el o la desentendida.
    ¡Felices fiestas!

    Un beso navideño :)

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    1. Bueno, igual la culpa la tiene el que anda con tantas indirectas, por no tener el valor para decir las cosas a la cara y mirando a los ojos, como debe ser.

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  4. Creo que sí pillaba tus indirectas, pero pasaba de ellas. Estaba com pinchada con tus hormonas y sabía que "tecla" tocar para que se pusieran a bailar a su compás. Eres bueno, pero eres hombre...esto te lo cuenta una mujer no muy agraciada que toco unas cuantas teclas...
    Besicos y espero que estos días sean felices, o al menos llevaderos

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  5. Digamos que la chica era... perseverante. Pero, Lola, una cosa es que yo estuviese bueno, que no te lo discuto, para gustos..., y otra muy distinta que fuese bueno. No... no fui bueno. Soy mejor persona de lo que dicen mis actos. No fui bueno. Felices fiestas.

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