lunes, 17 de febrero de 2014

Capítulo 23

   Me he levantado cansado, sin ganas de nada. Mi única meta hoy será la misma que he tenido toda esta semana, ver que ponen en la tele. Esto no puede ser bueno. Necesito cambiar algo, pero todavía no sé muy bien el qué. Entonces, mientras lo pienso, seguiré contándote mí vida, una de las pocas cosas sobre las que me siento con todo el derecho de hablar.

   Había dejado aparcada mi historia en la primera (y no diré última) cita fallida con Lola, y ahí mismo la retomo. Cada día que ha pasado desde entonces me he preguntado porqué aquel día callé y no dije nada. He vivido siempre con la idea de que ahí se me quedó algo pendiente. Los días pasaron y la oportunidad no volvió a presentarse; yo, tampoco la busqué, no hubo tiempo. Es lo que tiene vivir deprisa. A esas edades te empujan a vivir así: Búscate un trabajo, una casa, una chica, cásate… ¿Pero a que esperas que todavía no tienes hijos? Demasiadas metas. Es prácticamente imposible que no termines por fallarle a alguno de esos que tanto esperan de ti.

   Mirando ahora desde la distancia te das cuenta de que no tenías que correr tanto. La vida hay que vivirla y disfrutar de cada momento, porque por mucho que corras, por muy rápido quieras ir, al final siempre te va a quedar la sensación de que no has tenido tiempo de hacerlo todo, o no has hecho lo suficiente, o que en realidad no querías hacer muchas de las cosas que has hecho. Es lo que tiene ir de prisa, que no controlas. Y al fin y al cabo no nos esperan en ninguna parte; al menos a mí no. Esa es la sensación que me queda, que mi vida hasta la fecha ha sido una carrera. Todavía hoy no he sabido pararme del todo y mirar alrededor un momento, con calma... Es fácil decirlo.

   Sin embargo, el que a mi mente acudan esos pensamientos, no significa que no esté conforme con la decisión que tomé en aquel momento; era lo que tocaba. Como sabes, yo solo tenía ojos para una, y en mi interior ya había decidido que tenía que ser mía, lo que pasa es que tardé en comprender eso, que ya lo había decidido. Tuvo que ser uno de mis amigos quién se encargara de espabilarme. Aquella tarde se me acercó por la espalda, puso una de sus manos sobre mi hombro reclamando mi atención, y me susurró al oído:

   – Te doy de plazo este fin de semana – dijo amenazante. Hizo una pausa para dar un sorbo a su cerveza, y volvió a comerme la oreja – Me he enterado de que te gusta Sonia – afirmó, aunque supongo que era más bien una pregunta pues se quedo mirando como esperando una respuesta; como no la obtuvo, yo todavía no había relacionado las dos frases, continuó diciendo - Dicen por ahí que está libre, y si tu no le entras… le entro yo. Te doy de plazo este fin de semana. Yo soy legal tío, sé que andas por ella, somos colegas, y… eso… o le entras ya o le entro yo. Te doy este finde Jose, ni un día más. – Y dicho esto me soltó y se alejó gritando en voz alta mientras me apuntaba con el dedo y sonreía – ¡Estás avisado! ¡Porque eres tu eh…!

   Tuve que quedarme a pensar un buen rato en lo que había sucedido. No entendía aquel arrebato de compañerismo, de respeto y deferencia conmigo, y mucho menos viniendo de quien venía. Para empezar me sorprendió que mi interés por Sonia fuese tan de dominio público, y después aquello de que "estaba libre", el muchacho parecía tener mucha información.

   Es cierto que el hecho de que Sonia tuviese novio me había cortado un poco, pero esa parte ya la había superado. Me había convencido a mi mismo de que era ella quién tenía que decidir sobre ese punto. Estamos hablando de una persona, un ser humano, no de un taxi al que puedas decidir si subir o no. ¿Qué quería decir eso de que estaba libre? El entablar o no una relación es una decisión de dos, nunca de tres; así lo veo yo. Por eso, el hecho de que tuviese novio y fuera amigo mío ya no era un problema para mí. Además, amigo, lo que se dice amigo…, dejémoslo en excompañeros de clase, y de eso hacía ya varios años.

   Pero aquella advertencia de mi “colega” (como él se definía) era algo a tener en cuenta, y no esperaba más consideración por su parte de la que yo estaba dispuesto a tener con mi excompañero. Tenía que lanzarme e ir a por todas, y tenía que hacerlo ya. Sabía que si yo no entraba en escena de inmediato pronto tendría otro estorbo en mi camino. ¿La verdad? No confiaba mucho en mis posibilidades.

   La tarde avanzaba para convertirse en noche, una noche de sábado; una de esas noches mágicas de las que sueles esperar mucho cuando eres joven, y quizás por eso siempre sueles acabar un poco decepcionado. Pero... ¿Quén dixo medo habendo farmacias?

10 comentarios:

  1. Ya sabía yo q te estabas enrollando mucho para acabar contando algo sobre sonia. Pues yo no sé si no será mejor ir deprisa y sin mirar porque si te paras a observar...te puede dar un chungo...yo me paro de vez en cuandoy acabo cerrando los ojos rápidamente para seguir caminando a ciegas...
    E veña espabila q como dirían en mi casa " o que quera peixes que molle o cú" al final aún se te adelantan y te quedas sin sonia...

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    1. Sardiña que leva o gato, tarde ou nunca volve o prato.

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  2. Bueno, a mí me pasó algo diferente. Me entró un chico que a mí me gustaba horrores y que acababa de cortar con una a muy amiga mía. Y como yo sabía que a ella aún le gustaba, casi le pedí el beneplácito y así poder decirle que sí al susodicho. jejeje. ¡qué tonta, por Dios!

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  3. Ais, me muero de curiosidad por saber cuántos años tienes, que no tenías.
    Cuentas historias como si fueras demasiado mayor para vivir nuevas ahora o como si ya, para qué contarlas... y no acaba de sonarme del todo bien. Además, es curioso, pero tus historias las leo con canciones de Los Suaves siempre. Aunque no estén sonando, me pegan todo.

    Qué cosas.

    Tu vida ahora siempre me resultará más interesante, me temo.

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    1. "Si pudiera a la tienda de los sueños ir a comprar, con poco dinero, todo lo que hasta ahora pude ganar, y si allí vendieran billetes para el tren de... "otra oportunidad", encargaría un "ticket" de ida a la estación perdida, donde mi vida, fue a descarrilar. "

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  4. Todavía hay vida por aqui... ¡y yo con estos pelos! Saludos desde los Pirineos jejejeje

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    1. Oh! De verdad eres tú?! Como está mi niña de los Pirineos?

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    2. Soy yo! No estaba muerta, estaba de parranda :p jajajaja Estoy bien, resistiendo, como siempre

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    3. Que bien tenerte por aquí Marta. A ver si vuelves de vez en cuando y discutimos sobre cualquier cosa, ya sabes... por pintarrajear paredes. Un abrazo.

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