lunes, 28 de octubre de 2013

Capítulo 7

   Buenos días, lunes, no digo más...

   Al grano, estábamos en un fin de semana cualquiera de hace unos cuantos años, en un lugar de cuyo nombre no podría olvidarme. Aquella semana seguro que pasó muy lentamente, te mentiría si te digo que la recuerdo, tampoco creo que tenga la menor importancia, solo era trabajo, simplemente quería destacar eso, que pasó muy lentamente. Llegó el sábado, y como todos los sábados que no trabajaba me levanté tarde, a la tercera o cuarta vez que escuché a mi madre decir desde la puerta que ya eran horas, que si pensaba dormir todo el día, y todas esas cosas que dicen las madres cuando da la una de la tarde y todavía estás en cama.

   Después de comer me pareció buena idea acercarme al centro y por eso bajé hacia el parque, punto de encuentro, donde siempre aparecía todo el mundo. Tenía la esperanza de tropezarme con Lola. Con Lola, sí... son esas cosas que tenemos los chicos, o que tengo yo, no tengo porqué incluir a toda la especie en mis desvaríos, por un lado creo haberme enamorado, pero... Pero... Si supiese explicarme ya sería ya la leche.

   Pensaba que si Lola y yo coincidíamos sucedería algo, no sabía el qué, pero… algo. Y yo necesitaba que sucediera algo, cualquier cosa de las muchas con las que había fantaseado durante la semana. Yo creo que las cosas suceden solas, solo tienen que darse las condiciones apropiadas, y una de las condiciones es darle la oportunidad de que sucedan. ¿Nunca has escuchado eso de "lo que tenga que pasar, pasará"? Pues eso.
   Durante toda la semana me había convencido a mí mismo de que lo de Sonia tenía poco futuro, no podía ser y además era imposible ¿Pero que pasaba con Lola? Lo había dicho muy clarito ¿No?: “una como yo”. Está claro ¿O no? ¿Qué habría querido decir? ¿Era simplemente un consejo de una amiga a un amigo, o era algo más? ¿Habría entendido yo bien? ¿Seguro que no estaba borracho?

   Mientras daba vueltas a todo esto en mi cabeza llegué al parque. Allí estaban casi todos los que esperaba encontrar: Fran, Sergio, y Roberto, el panadero. Que no es que fuese panadero, era el hijo de los panaderos del barrio y le llamábamos así. Dudo mucho de que Roberto supiese hacer pan, es más, dudo mucho de que supiese hacer algo con la harina que no fuese esnifarla, ya me entiendes… Claro que nosotros entonces todavía no lo sabíamos,  y de todas formas, aunque lo supiésemos poco podríamos hacer por él.

   Nada más verme llegar, Fran propuso jugar una partida al futbolín, que era lo habitual, para aprovechar que éramos cuatro. Le dije que no, había reconocido a Lola en el grupo de las chicas y me interesaba quedarme por allí, a ver si sonaba la flauta. Lola estaba con Marta, Natalia, y Rosa y su niña.
   Natalia era una pelirroja de 15 o 16 años, hermana de Roberto, es decir, “la panadera”. La conocíamos con ese apodo, pero no era la panadera de las grandes tetas, esa era otra. Natalia era lo más parecido a un chico que te puedas imaginar, sin dejar de ser chica por supuesto. Siempre estaba metida en medio y se apuntaba a todo. Gran jugadora de futbolín. Me caía simpática, era buena chica.

   Las tres se arremolinaban alrededor de la niña de Rosa, que jugaba al lado de su madre con una muñeca, y a Lola debía gustarle mucho la muñeca pues le prestaba toda su atención. Marta y Natalia se acercaban de vez en cuando a nosotros, sobre todo Marta que mostraba un sospechoso interés hacia todo lo que decía Fran, pero Lola no se acercó en ningún momento. Durante las casi dos horas que estuvimos en el parque hablando de temas importantes, fútbol y cosas así, no se separó para nada de la pequeña. Se quedó allí, jugando, pendiente de la dichosa muñequita hasta que Rosa decidió que eran horas de llevar a la niña a casa con su abuela. Nada más escuchar eso Lola se ofreció a acompañarla. Y se fue. Ni siquiera se despidió. Soltó un “adiós”, así en general, para todos, pero sus ojos en ningún momento se cruzaron con los míos; y eso que yo puse todo de mi parte para que eso sucediera ¿Quizás no tenía que pasar?

Al final Marta se fue también con ellas y solo se quedó con nosotros Nati, que vino a sentarse a mi lado a la balaustrada donde estaba subido. Sí..., con los pies encima del banco. Ya sé que eso no se hace, es que suele estar más limpia la barandilla que el banco. ¿Para que ponen un banco donde ya hay otra repisa donde sentarse? Pues eso para que apoyes los pies. Y no me líes, que si no, se termina el capítulo y al final casi no te he contado nada.

- ¿Un futbolín? – dijo sonriendo mientras se sentaba.

Yo en aquel momento no me encontraba muy bien, supongo que me lo notó en la cara. Uno se hace tantas ilusiones sobre algo, y cuando no sucede nada de lo que esperabas, de los planes que tu mente había trazado para aquella tarde, te quedas totalmente hundido, a veces por el detalle más absurdo e insignificante. Todavía hoy me pasa a menudo, de repente estás triste, y aunque sabes que es por una tontería, y que el mundo no se termina, y que mañana vuelve a amanecer y todas esas cosas que se cuentan por los blogs, estás triste, y no puedes evitarlo.

- ¡Hey! - Insistió, esta vez sin sonreir. – ¿Estás bien?
- - Respondí de inmediato - Venga... ¿Un futbolín?



Pd: Es que me lías... me lías... Ya si eso continúo el lunes.

13 comentarios:

  1. Es curioso que cualquier decepción sea por el motivo que sea, ya sea grande o pequeño, pueda a veces producir esa inevitable tristeza.
    Por cierto, me gusta mucho tu puntualidad. :)

    Un besín, hasta el lunes.

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  2. El lunes, a las 00:00 horas. ;)

    El motivo más insignificante puede hundirte en la mayor depresión, suele pasar cuando tu vida es tan plácida que solo hay motivos de esos para estar triste. Es como si el cuerpo necesitase vivir ese dramatismo y aprovechase la ocasión. Tan rápidamente como aparecieron, desaparecen en cuanto se atisba un problema real, de esos que hacen pupita.

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    1. Veo que no solo es cosa mía...es como un pantano a rebosar, se abren las compuertas y ya por fin deja de haber esa presión y ya no ...duele...y...jajajajaja esto puede tener más de una interpretación XD

      Lola...aaayyy Lola, es que las chicas a veces hacemos o decimos cosas de las que luego nos avergonzamos y luego evitamos a la persona, pero es un poco también por el hecho de haber dado un paso...el siguiente debería ser del otro. Bueno, ya lo veremos el lunes a las 00:00 si te da tiempo a contarlo y no te lías! jajaja!

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    2. Tranquila, habrá más lunes.
      No acabo de pillar del todo lo del pantano, pero no voy a preguntar, jajajja :)

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  3. pos que va a ser que hacía mucho que no podía pasar por aquí... tengo que digerir todo y ya si eso luego te digo

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    1. Hola Dina! Me alegra volver a verte, eso es señal de que todavía estás bien; o estás, que ya es bastante. Creo que quitando el capítulo 5, todo lo demás ya no es nuevo para tí. Ya sabes, aquí, recalentando viejas recetas.

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    2. Enol, recuerda, mi segundo nombre es Dori... asins que ¡¡¡TODO ES NUEVO PARA MI!!! :)

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    3. Qué suerte poder sentir cada cosa como si fuese la primera vez.

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  4. Pues tiene sus inconvenientes... ya que al igual que te sorprendes mil veces con las mismas cosas :) ... tropiezas esas mil veces con la misma piedra :(

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    1. Ouchsss... pobre dedito gordo del pié derecho.

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    2. el del pie drcho... del pie izdo... la frente... la nariz... toa yo se entrega a este fin de tropezar

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    3. Vayahombrepordiós (Que diría Dina)

      Si alguna vez te tropiezas conmigo no tengas cuidado, el volumen que estoy tomando últimamente hace que sea "to blandito", amortiguaré cualquier tropiezo de una manera eficiente. Además, prometo abrazarte para que no te hagas daño al rebotar.

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    4. Graches miles, no esperaba menos de usté
      (Dina diría HombrePorDior, jaja)

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