Hola. Hoy me he propuesto terminar el “capítulo Natalia”. Me he extendido demasiado con un tema, que me resulta tan amargo en su final como dulce era al principio, y quiero zanjarlo de una vez. Por eso, he decidido borrar todo lo que tenía escrito - muchas palabras, poco contenido - y hacerte un resumen. ¿Te parece bien? Claro que te parece bien...
Te contaba que Natalia parecía un poco enfadada conmigo aquella tarde aunque no tardó en perdonarme. No me costó mucho ganarme su perdón, bastó con aguantar un codazo debajo de las costillas, que seguro me tenía merecido, y un par de sonrisas en el momento adecuado. Incluso nos reímos de lo que había pasado aquella noche. Sobre todo del tema del sofá, eso sí, sin profundizar en los porqués, ni en los detalles. De todas formas ella siempre dijo que no había pasado nada, que todo se quedó en unos magreos, y yo la creo. Una hora más tarde, cuando intenté sacar el tema de los porqués, ella decidió marcharse. Se puso en pié, y mirándome desde arriba, lo que me hizo sentir más pequeño todavía, me acarició la cabeza como si de un perrito se tratase, mientras decía:
– “No te comas el tarro. Lo de anoche no fue nada. Olvídalo”
Y yo… lo olvidé. Lo olvidé en el sentido de que, en aquel momento, no creí buena idea insistir en un tema al que la niña restaba importancia y del que parecía no querer hablar. Era mi oportunidad para pasar página y la aproveché; y después, nunca más volvimos a retomar el asunto, no surgió el momento ni la oportunidad. De hecho creo que fue una de las últimas veces que pudimos hablar tanto rato. A partir de aquel día nos alejamos un poco. No por lo sucedido, sino por las circunstancias de la vida; cambiamos de amistades y dejamos de frecuentar los mismos lugares. Aun así, cuando nos cruzábamos siempre tenía unas palabras y una preciosa sonrisa para regalarme; Ella, siempre atenta y cariñosa, además de bonita era encantadora, y según fue creciendo, se fue volviendo más bonita, sin dejar de ser encantadora. Pocos años después, yo me marchaba a Barcelona y ya no volvimos a vernos.
Cuando me marché quise desconectar de todo esto, por motivos que ya te contaré más adelante, y no mantuve contacto con ninguno de mis amigos. Si hace cinco años me dices que iba a volver a vivir aquí, te mandaba a tomar viento, pero la vida da muchas vueltas.
Hace como dos meses volví a verla. Últimamente me estoy reencontrando con muchos viejos amigos, pero esta vez hubiese preferido no haberlo hecho. Como todos los domingos bajé a comprar el pan y mientras caminaba por una de las calles más concurridas del pueblo, a eso de las doce, creí reconocerla a lo lejos, caminando en dirección contraria a la mía. Según se iba acercando pude apreciar mejor su rostro, pero aun así tardé en convencerme de que aquella mujer era Natalia. No quería admitirlo. Dios… Su cara… Esa no era su cara, era solo un pedazo de piel sobre un montón de huesos. No había que ser un genio para adivinar que su cuerpo estaba consumido por las drogas. Al pasar a mi lado, su mirada – una mezcla de enfado y tristeza - se cruzó con la mía durante dos segundos. Aproveché para saludarla con un gesto, aun sin estar seguro de que se tratase de ella, mientras intentaba disimular en mi rostro lo que estaba pasando por mi mente. Creí apreciar en el suyo un gesto de contrariedad. Me reconoció, pero no se alegró de verme. No había sonrisa para mí, solo un triste “hola” antes de volver a bajar la cabeza y continuar su camino sin detenerse. Supongo que es algo normal después de más de diez años sin vernos. No pude evitar pararme y mirar atrás, como queriendo convencerme de que había visto lo que había visto, o tal vez esperando que ella hiciese lo mismo, pero ella no se volvió.
Mi primera reacción fue de rabia, maldije a su hermano una y mil veces. Al final tuvo que arrastrarla a ella también. ¿Por qué? Ella no era como él… Ella era más lista ¿Por qué? Maldito hijo de puta. Tonta, tonta, tonta… Después me entraron ganas de llorar, pero no lo hice, ya sabes… los hombres no lloran. Y a continuación empecé a pensar tonterías: ¿Y si yo hubiese insistido aquel día?, ¿Y si hubiera intentado que sucediese algo más? Bueno…, eso… Tonterías ¿Quién dice que estando conmigo no hubiese terminado así? No soy capaz de explicarte con palabras lo que duele encontrarse con alguien a quién has querido, aunque solo fuese como amigo, y verlo de esa manera.
Me enteré de que tiene un hijo. Me contaron que vive con un chico, que supongo que será el padre del niño, a solo dos calles de donde yo vivo. O vivía… La verdad es que desde aquel fin de semana no he vuelto a verla. No sé… Que más da ¿No? Yo no puedo meterme ahora en su vida. Ni puedo, ni debo. Incluso puede ser que haya olvidado que somos amigos. De lo que sí estoy seguro, es de que nunca voy a apartar la cara cuando me cruce con ella; quizás algún día decida pararse.
En fin… que hoy ya no te cuento más. Se me han ido las ganas de seguir escribiendo.
¿Cómo…?
¿Yo?
No…
Ya te dije antes que los hombres no lloran.
Es que hace tiempo que no llueve, y con este tiempo seco se me humedecen los ojos. También puede ser la primavera, el polen y eso… ya sabes…
Un beso amigo. ¿Nos vemos el lunes?
A veces la vida juega malas pasadas y si encima te pilla con la guardia baja...puede ser terrible.
ResponderEliminarEs verdad que, cuando pasan cosas así o parecidas, te dices a ti mismo: seguro que algo podría haber hecho. Pero enseguida te das cuenta que no, que cada uno es cada cual y que tú no eres quién.
Que cada uno es muy libre de hacer lo que quiera con su vida aunque después se tenga que arrepentir. En fin.
Un besín
Si estiras la mano lo suficiente, a veces alguien puede agarrarse a ella. Nunca se sabe..., en mi caso nunca lo sabré.
EliminarImagino que lo mas doloroso es ver como ha cambiado una persona a la que queriste y sobre todo si ese cambio ha sido a peor.
ResponderEliminarLo peor es ver que de la persona que quisiste ya no queda nada.
EliminarCada uno elige su camino, si hubieras insitido esa tarde, lo más probable es que lo que empezara ese día acabara semanas después o meses...y estaría igual o peor...no se sabe, o lo mismo te arrastra a ti con ella...
ResponderEliminarSí, no se sabe. Mi vida sería otra. Mejor? Peor? No se sabe. Acabaría, no acabaría? No se sabe. Estaría igual o peor, y yo con ella? No se sabe. Pero uno es gilipollas y se lo pregunta.
EliminarLa vida tiene un poco de dulce y más de amargo, y por nuestras vidas pasan personas, algunas se quedan, otras fueron pasado.
ResponderEliminarAunque tarde, Enol, me voy poniendo al día, retomando vuestros blogs, aunque esté un poco más que perdida, pero sigo.
Feliz 2014.
Un beso.
Feliz 2014.
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