Un día alguien me propuso que le contase algo de mí y empecé a escribir. Decidí empezar mi historia el día en que me enamoré por primera vez, aunque en realidad ese dato es falso. Antes de Sonia pasaron otras por mi vida, amores fáciles de olvidar aunque no por ello menos importantes. Decidí empezar ahí mi relato porque ella fue un punto de inflexión en mi vida.
No me duelen prendas al hablar de amor, Sonia, Lola, Alba... todas tuvieron su momento en mi vida, y de todas ellas estuve enamorado en algún momento. No me gusta clasificar las historias que vive el corazón: a esta la quise de verdad... a aquella un poco menos... No, eso creo que no está bien ¿Como puedes poner nota a un sentimiento? Las veces que me he enamorado no he tenido tiempo para evaluarme. Me he enamorado sin ninguna razón, sin control, porque el amor es así, una explosión incontrolada donde la razón no tiene cabida.
Pero vamos a lo nuestro, que me estoy liando y después no te cuento lo que venía a contarte. Pues eso, como te iba contando…
Aquel día me marché calle arriba, por donde creía haber visto subir a Natalia. Mientras caminaba, en mi mente daban vueltas las cosas que me habían contado. Me angustiaba pensar en todo lo que podría haber hecho la noche anterior y mi mente no recordaba ¿Cuántos vecinos me habrían visto en esas condiciones? Con lo pequeño que es el barrio... Miraba a la gente como si todos ellos estuviesen al tanto de mis devaneos nocturnos; creía reconocer en cada mirada algún gesto de desaprobación, algún reproche, por eso caminaba mirando al suelo. De todas formas, subía sin rumbo fijo, no tenía la certeza de poder alcanzarla. Cuando estaba a la altura del ayuntamiento un silbido llamó mi atención y me giré, allí estaba Nati, sentada en las escaleras que daban a un pequeño parque infantil. No estaba sola, a su lado, Ana, una chica de su edad, quince o dieciséis años, morena, bajita, y con algún que otro kilo de más, me hacía señas para que me acercase. Supuse que había sido ella la que había silbado. Sorprendido, durante unos segundos me quedé inmóvil, mirándolas. No había tenido tiempo para pensar. Es cierto que la iba buscando, pero no tenía muy claro que es lo que quería decirle cuando la encontrase (Esto suele pasarme a menudo) Los gestos de su amiga me sirvieron de excusa y me acerqué, y aunque a Ana apenas la conocía, al llegar junto a ellas me senté a su lado, escondiéndome así de la mirada de Natalia.
¿Qué soy un cobarde? Por supuesto, incluso creo que era más valiente a los veinte que ahora con cuarenta, pero eso es otra historia que ya contaré más adelante. Lo que yo no sabía era que mi protección iba a durar lo que tardé en sentarme.
- Hola – Dije - ¿Qué tal?
- Hola – Respondió Ana, que mientras saludaba se ponía en pié y recogía sus cosas. - Bueno…, yo me voy ya, a ver si encuentro a mi hermana. Nos vemos luego.
Natalia, sin pronunciar palabra, dijo adiós con la mano, y yo, desprotegido, hice lo mismo. Ana nos dejó solos y allí nos quedamos, en silencio. Ella jugaba con una pequeña pulsera de bolitas de colores, donde fijé la mirada mientras intentaba construir una frase con la que romper el hielo, pero mi mente estaba en blanco.
- Que dolor de cabeza, dios… - Me lamenté mientras me cubría la cara con las dos manos, al volver la mirada hacia ella me topé con su sonrisa, cosa que me tranquilizó - No te rías… No tiene gracia. Creo que la cabeza va a estallarme de un momento a otro; yo de ti mantendría una distancia prudencial, por si acaso.
- ¿Ayer pillaste una buena eh…?- Dijo con desgana.
- Sí… – Respondí sin quitarme las manos de la cara. Por el tono de su respuesta decidí dejar las bromas para otro momento – Creo que me pasé un poco. Estoy hecho polvo, y lo peor… es que no recuerdo nada.
- ¿Nada? - Preguntó con gesto serio, dejando de sonreír.
- Esto… me han contado… ¿Que te tiré a la fuente? – Puse toda la cara de bueno que pude mientras lo decía – Lo siento.
- Ya… - Definitivamente pude comprobar que Natalia había dejado de sonreír.
- ¿Te hice daño? – Pregunté preocupado.
- Hay cosas que duelen más – Dijo mientras volvía centrar su atención en la pulsera.
- ¿Por qué dices eso?
- Por nada…
- No…. Dime…– Insistí, mientras me acerqué más a ella hasta estar justo a su lado - ¿Qué pasa?
Durante unos segundos que parecieron interminables, se quedó callada, mirando al frente, como si yo no estuviese allí. Después me miró fijamente a los ojos y dijo con cara de pocos amigos:
- Yo no soy una puta ¿Sabes?
Cuando empecé a escribir en este blog, me propuse no escribir mas de una página por capítulo, para no ser demasiado pesado, así que... continuo el lunes si te parece bien.
Bien bien, no me parece, jolinnn. Pero si no hay más remedio... esperaremos al lunes que viene. Tú mandas, qué le vamos a hacer.
ResponderEliminarPero que sepas que eso de dejar las cosas a medias, no se hace. ¡jopetas!
Un besín ;)
Nunca dejo las cosas a medias, solo las aplazo unos días, para no saturar al personal.
EliminarSi es que la tienes muy larga, la lengua quiero decir.
ResponderEliminarPor eso... por eso uno a veces tiene que ponerse límites.
EliminarMe quedo aquí, en esta entrada, para no perderme ningún capítulo sobre Natalia, ue desde luego me han enganchado.
ResponderEliminarEnol no te preocupes si tus textos los haces de más capítulos, no está mal, porque así parece que estamos leyendo un libro, además, de esta forma, lo vamos hilvanando poco a poco, y saboreando más.
Deseo que pases unas felices navidades, y, que la magia, la ilusión y la esperanza, siempre estén en tu vida, no sólo en navidades, sino todos los días del año.
¡Felices fiestas!
Un beso.
Espero que no esperes mucho de esa trama, me dejé llevar demasiado por la realidad, a la que fuí demasiado fiel, y puede resultar un poco aburrida. Mi vida no da para un libro.
EliminarCuando escribí estos textos lo hacía para una persona en particular, que me leía entonces, a la que quería contar una historia que no llegué a terminar. Ella se aburrió y yo me aburrí. Intento retomar la historia de nuevo, ahora solo para con migo mismo, a ver si encuentro la manera de hacerlo, y llego a entenderme.
Yo también te deseo felicidad en estos días, y que esa felicidad se perpetúe. Un beso amiga.
Una página...si te queda aún media carilla!!!
ResponderEliminarPues no veas cuando uso una servilleta.
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