Pasaron unos días después de aquello, no sé cuantos, supongo que pocos. Es que ya me hago un lío con las fechas, cosas del directo. Estaba yo en el bar que hay justo al lado del parque, donde se reunía toda la peña (Esto me suena a que lo he dicho más de una vez) y me acerqué a la puerta, donde había como una pequeña terracita. Al salir me encontré con “la tía borde” - No recuerdo que nombre le he puesto, Cristina, creo, pero que más da…, ya sabes que ese no es su nombre real, no te preocupes por los nombres, no son importantes - sentada en una especie de pasamanos de cemento que rodeaba la terraza y la separaba del parque que quedaba un poco más bajo. Me miraba raro, eso no me sorprendió, con esa cara de hija de puta que no ha perdido con los años, cuando de repente me espeta, así, directa:
- ¿Es cierto que te follaste a la pistolera?
La pregunta me descolocó, la tía esa normalmente no me hablaba ¿Cómo se había podido enterar esta si yo no había dicho nada? Solo había una manera, tenía que haberlo escuchado de boca de Inés. Me quedé callado, mirándola fijamente, pero no le dije que sí ni que no. Hubiera dado lo mismo lo que yo hubiera dicho, cuando hay rumores así la gente cree lo que quiere creer, la verdad pinta poco en estos casos, y supongo que ella ya se había formado una opinión sobre el asunto.
- ¡Es cierto! ¡Te follaste a la pistolera! – Afirmó asombrada dando gritos, como si hubiese hecho un gran descubrimiento.
- Si tú lo dices… – Respondí, mientras pensaba que habría visto en mí para estar tan segura de haber confirmado sus sospechas. Supongo que si le hubiera dicho la verdad me hubiera tachado de mentiroso, así que allí la dejé con lo que quería creer y me volví para dentro sin darle más explicaciones.
Me senté en la barra. La camarera, que era la hija del dueño y muy guapa por cierto, mantenía una conversación sobre los beneficios del yogurt con uno de mis amigos. Creí que era un tema mucho más interesante que el que me habían planteado afuera, así que allí me quedé. No tardó nada en aparecer Fran por la puerta, como hacía todos los sábados por la tarde a esa misma hora, se acercó, y nada más sentarse dijo diriguiendose a mí:
- Enhorabuena.
- ¿Enhorabuena? ¿Por qué?- Pregunté.
Me respondió con una enorme sonrisa, no necesité preguntar más, sabía a que se refería.
- Ya… te han contado algo afuera. – Dije mientras miraba hacia la puerta donde todavía podía ver a la otra sentada.
- ¿Fuera? No… Me lo contó mi hermana esta mañana.
- ¿Tu hermana?- Pregunté incrédulo.
- Sí, mi hermana. No se habla de otra cosa en el instituto. Al parecer una va diciendo por ahí que eres… “maravilloso” – Continuó Fran entre risas – Tienes suerte. Imagínate que dijera lo contrario… Es que te hunde tio, te hunde…
Durante un segundo los tres se quedaron mirándome, callados, creo que mi expresión les quitó las ganas de seguir con la broma. No confirmé ni desmentí los rumores, preferí dejar la cosa así, de todas maneras, como dije antes, el negarlo no hubiese servido de nada. Yo negaba con la cabeza mientras buscaba mi cerveza en la barra, cuando mi otro compañero le preguntó a la camarera:
- ¿A las chicas de hoy que os sienta peor, que os llamen putas o frígidas?
- Creo que nos sienta peor lo de frígidas - Dijo ella.
Eso es lo que yo llamo cambiar de tema. Al final continuamos hablando sobre yogures un buen rato. Sobre esos yogures de un litro o litro y medio, que uno no puede comerse de un golpe y los guarda empezados en la nevera.
Continuará.
Si hubiese sido al revés, qué habrías contado tú?
ResponderEliminarNo me digas que mejor seguimos hablando de yogures, que te veo venir, jajajaa
Un besin.
Me gustaron siempre mucho los desnatados con fresas, pero no lo voy contando por ahí.
ResponderEliminarjajajajajaj,, qué maluco eres!
ResponderEliminar